
ISRAEL BAJO ASEDIO: El peligroso juego nuclear de Irán que amenaza con encender una guerra sin retorno
Por: Juan Carlos Tejeda
En el convulso y ardiente tablero geopolítico del Medio Oriente, hay pocos conflictos que hayan puesto a prueba la estabilidad del mundo como el actual enfrentamiento entre Israel e Irán. No se trata solo de una disputa entre dos naciones. Es una lucha profunda, cargada de historia, ideología y visiones opuestas sobre el destino de toda una región. Y en medio de ese fuego cruzado, es urgente hacer una pausa y observar los hechos con claridad: Israel, como Estado soberano, ha sido constantemente blanco de ataques, amenazas y estrategias diseñadas desde Teherán y sus aliados para desestabilizar su existencia.
Una raíz histórica cargada de tensión
Desde el día en que Israel nació como Estado en 1948, su historia ha estado marcada por una lucha constante por sobrevivir. Rodeado de enemigos y con su existencia en entredicho desde el principio, el país ha tenido que defenderse en múltiples frentes. Aunque ha logrado acuerdos de paz con vecinos como Egipto y Jordania, la amenaza nunca se ha disipado del todo. Y en esa amenaza, Irán ha jugado un papel central desde su Revolución Islámica de 1979.
Mientras Israel, respaldado por el derecho internacional, ha defendido su derecho a existir como hogar del pueblo judío, Irán ha mantenido una postura radical: eliminar al llamado “régimen sionista”. Pero esto va más allá de la política. Es un conflicto existencial, alimentado por una ideología que ve en Israel no solo un adversario, sino un enemigo que debe ser borrado del mapa.
Irán y su red de terror
Una de las cartas más peligrosas que Irán ha jugado en los últimos años ha sido el apoyo decidido a organizaciones terroristas. No es un secreto para nadie: Hamás, Hezbolá, la Yihad Islámica, los Hutíes y varias milicias en Siria e Irak actúan como brazos extendidos de Teherán en la región. Les provee dinero, armas, entrenamiento y respaldo estratégico.
Hamás, por ejemplo, ha convertido a Gaza en un campo de batalla constante. Misiles lanzados al azar contra civiles israelíes, túneles cavados bajo la frontera para infiltrar comandos armados, y todo esto mientras la población palestina sufre, atrapada entre la opresión interna y el fuego cruzado. Tristemente, Gaza se ha transformado en un escudo humano para una guerra que Irán insiste en mantener viva.
Drones, cohetes y tecnología militar con sello iraní circulan libremente en manos de estos grupos. El objetivo es claro: mantener a Israel bajo presión constante y, al mismo tiempo, posicionarse como líder del mundo islámico radicalizado.
La amenaza más oscura: el programa nuclear iraní
Pero entre tantas amenazas, hay una que hace sonar las alarmas del mundo entero: el avance nuclear de Irán. A pesar de años de negociaciones y promesas, Teherán ha seguido enriqueciendo uranio a niveles alarmantes. El Organismo Internacional de Energía Atómica ha levantado la voz en varias ocasiones, advirtiendo que el régimen no está siendo transparente y que sus avances tecnológicos podrían tener fines militares.
El uranio enriquecido al 60%, muy por encima del uso civil, pone a Irán peligrosamente cerca de fabricar una bomba nuclear. Si eso ocurre, no solo Israel estaría en riesgo. La región entera podría entrar en una carrera armamentista sin precedentes. Arabia Saudita, Egipto, Turquía… todos buscarían igualar la amenaza.
Israel, por su parte, ha sido claro: no lo va a permitir. Su doctrina de “ambigüedad nuclear” ha sido una política defensiva, pero ante una amenaza existencial como la que representa un Irán nuclear, el margen de acción se reduce. Las maniobras militares, los discursos firmes de sus líderes y las alianzas con potencias occidentales apuntan a un escenario inevitable si no se detiene a tiempo.
El filo de la guerra
Hoy, el ambiente está cargado. Los ataques de milicias financiadas por Irán, los drones que sobrevuelan cielos hostiles, el reciente cruce de fuego directo entre Israel e Irán… todo apunta a un punto de quiebre. Y lo que hasta hace poco parecía improbable, ahora es una posibilidad aterradora: una guerra directa entre dos potencias.
Si estalla, no será un conflicto cualquiera. Estados Unidos, como aliado cercano de Israel, se vería involucrado. Rusia y China podrían tener intereses propios que complejizarían aún más la situación. Y no olvidemos el estrecho de Ormuz, una arteria vital del comercio petrolero mundial, indirectamente bajo la influencia iraní. Si ese paso se bloquea, el precio del petróleo se dispararía y el mundo podría entrar en una crisis económica global.
El derecho a defenderse
En medio de este panorama tenso, hay algo que no puede perderse de vista: todo Estado tiene derecho a defenderse. Israel está rodeado por actores que han jurado su destrucción. No actúa por capricho. Actúa por supervivencia.
Cuando desmantela túneles, cuando intercepta misiles, cuando lanza operaciones quirúrgicas para neutralizar amenazas, lo hace para proteger a sus ciudadanos. No hay otro país en el mundo que tenga que justificar tanto su derecho a existir. Y, sin embargo, Israel sigue en pie, defendiendo cada día su lugar en el mundo.
El apoyo de Occidente no es solo una cuestión de afinidad política. Es un respaldo al principio más básico del derecho internacional: el derecho a vivir en paz.
¿Estamos a tiempo?
El reloj corre. Y no hay mucho margen de error. La comunidad internacional debe dejar de lado la tibieza. No se puede permitir que Irán siga jugando con fuego, promoviendo el terror en una mano y negociando en la otra. Las sanciones deben mantenerse. El aislamiento diplomático debe fortalecerse. Y sobre todo, se necesita una postura firme, sin ambigüedades.
Porque si no se actúa ahora, podríamos despertar mañana en un mundo irreconocible. Uno donde una guerra nuclear no sea una posibilidad remota, sino una realidad devastadora. El momento de actuar es ahora, antes de que sea demasiado tarde.



