Por: Juan Carlos Tejada
A tres años de las elecciones del 2028, la oposición política en República Dominicana sigue dando tumbos. Y, siendo sinceros, da la impresión de que no encuentra el camino. No se ve una estrategia clara, ni un liderazgo firme, ni mucho menos un proyecto que despierte entusiasmo o confianza en la gente.
La Fuerza del Pueblo (FP), que alguna vez se vendió como la gran alternativa frente a los vicios del PLD, parece haber caído en el mismo juego. Sí, el mismo, los liderazgos que en su momento denunciaron el sectarismo y la imposición de candidaturas, hoy repiten las mismas prácticas, parecen atrapados en el pasado, y lo peor: las puertas para los jóvenes se sienten más cerradas que nunca. Los que intentan aportar o renovar se convierten, al final, en simples piezas de ajedrez. Se usan cuando conviene… y se descartan sin pena.
Del lado del PLD, la historia no cambia mucho, acaban de salir de un congreso que, francamente, no dejó nada, ni señales de renovación, ni propuestas nuevas, ni conexión con la realidad de la gente. Los grandes temas que deberían ser su bandera salarios, salud, educación, transporte siguen fuera del centro de su discurso, como si no supieran, o no quisieran ver, que el país ha cambiado y la política también.
Pero quizás el mayor problema de la oposición no está en sus líderes… sino en su división. FP y PLD siguen creyendo que pueden volver al poder cada uno por su lado, una apuesta peligrosa, porque mientras sigan en esa, fragmentados y sin un plan común, el gobierno seguirá cómodo en su silla, incluso si el desgaste natural de gobernar o los conflictos internos comienzan a pesarle al oficialismo.
Y mientras tanto, ¿qué hace el PRM? Se fortalece, se organiza, consolida su maquinaria política, la más grande y eficiente que tiene hoy el país, con presencia en todo el territorio y un aparato electoral bien aceitado, el PRM parece tener la autopista despejada hacia el 2028, y al paso que va la oposición… da la impresión de que podrían ganar con cualquier candidato que presenten, así de simple.
Hoy la realidad es esa, la oposición sigue perdida, sin un rumbo definido ni un liderazgo renovador a la vista, y si no despiertan a tiempo, las elecciones del 2028 no serán más que otro paseo para el oficialismo.
